Kevin Hewick: “Todavía quiero llegar a la gente, quiero seguir sucediendo”

Como parte integrante de nuestra cultura, el rock está repleto de historias, muy diferentes entre sí, que coinciden en un mismo punto: todos desean alcanzar la cima, todos buscan su “final feliz”. Esta especie de “sueño” del rock no distingue épocas ni fronteras y tener un “hit” o lograr un grupo de fieles seguidores forman parte del mismo camino tradicional. A esta búsqueda no escapa la carrera del músico británico Kevin Hewick, uno de los cantautores más sinceros del panorama actual, que lejos de estar en la etapa final de su trayectoria todo indica que logrará ese “final feliz”. Lo particular es que para lograrlo rechazó el sendero habitual. Antes de esperar que llegaran las grandes ventas, el artista ya había abandonado los sellos independientes Factory y Cherry Red, los más importantes a principios de los 80 en Inglaterra. Decidió dar un paso al costado e incluso dejar la música por un tiempo. Pero, ¿por qué?
Alguna vez definido por el legendario empresario musical Tony Wilson como “el mejor compositor de canciones desde Elvis Costello”, Kevin Hewick ostenta el título de haber sido el posible reemplazo de Ian Curtis en Joy Division. Es cierto que el primero en ocupar ese lugar fue Alan Hempsall de Crispy Ambulance, en un accidentado concierto cuando Curtis estaba internado. Pero Hewick fue el único en grabar con los restantes miembros de la banda, un mes después del suicidio del líder de Joy Division. Su temprana historia musical se completa mediante algunos puntos destacados: las canciones con The Sound, el single y video que grabó para la Factory y el álbum debut en Cherry Red. Hechos que sucedieron rápidamente en la primera mitad de la década del 80 y que aparecen mencionados de esta manera en la extraña portada de su compilado Tender Bruises And Scars (2003).
Por decisión propia o por infortunio su carrera tomó un hiato de casi 10 años, tiempo en el cual grabó música de manera autogestiva mientras se dedicó a dar clases a personas con discapacidad.
Ya entrado el nuevo siglo, Hewick finalmente volvió a la música en tiempo completo y en los últimos diez años lleva editados más discos que durante los primeros veinte de producción. Con una carrera finalmente consolidada, hay algunos misterios que subyacen: ¿Fue el último cantante de Joy Division o el primero de New Order?, ¿cuál de los dos sellos ingleses se ajusta más a su estilo?, ¿dejó todo para combatir la depresión o se trata de un talento incomprendido? Sin dar una explicación concluyente, tal vez el lector pueda deducirlo en la siguiente entrevista, que se compone por una realizada en 2007 (e inédita) y otra en 2020. De lo que no quedan dudas es que paradójicamente la única descripción convencional que puede definirlo es la tan trillada expresión “artista de culto”.

¿Qué podés contarme de la sesión de grabación con los miembros sobrevivientes de Joy Division?

Yo era un gran fanático de Joy Division, y había sido su soporte dos veces en Manchester y Londres pero no me hablaron y fui demasiado tímido para acercarme.
La idea de que grabaran conmigo me la comentó Tony Wilson recién la noche anterior a la sesión de grabación. Fue poco más de un mes después de la muerte de Ian Curtis. Tony dijo que querían hacer algo para volver a tocar y que trabajar conmigo era una forma de hacerlo.
Al día siguiente, Bernard y Steve se reunieron conmigo en la estación de tren de Piccadilly y fuimos a Graveyard Studios donde Peter llegó poco después. Al principio fue bastante fácil pero en retrospectiva creo que fue demasiado pronto después de Ian, y Bernard especialmente parecía cansarse de tocar mis canciones luego de un tiempo. Hicimos dos: “Haystack” y “A Piece of Fate”, pero no creo que “la magia” estuviera allí, al menos en mi guitarra y voz, no me hice justicia ese día.
Peter parecía ser el pegamento que mantenía las cosas juntas y me pareció el más fácil para relacionarse, tanto en ese momento como en el futuro.
Se suponía que Martin Hannett debía producirnos pero llegó tarde e hizo el comentario de que sonábamos “como algo de Fairport Convention” y luego se durmió en el suelo, debajo de la mezcladora de sonidos. Eso me frustró en su momento pero por suerte pude tener otros encuentros con Martin donde me di cuenta de que era un gran tipo. Fue muy triste como resultaron las cosas después de su era dorada cuando él era EL productor.
También intentaron grabarme haciendo algunas versiones en solitario de mis canciones pero cuanto más se prolongaba la sesión yo lo hacía peor. Sobre todo, era demasiado inexperto en el estudio y estaba demasiado asombrado de lo que podría ser New Order. Hooky dijo que la noche anterior se habían decidido a utilizar ese nombre.

“Haystack” (1981)

A 40 años de su muerte, ¿cómo recordás a Ian Curtis?

Distante. Me podría haber saludado. Yo era demasiado tímido, y recaía mucha responsabilidad sobre su persona. Nos habríamos entendido con la música, la música como arte, la música como vida pero no en la cuestión política. En mi opinión su pensamiento político no era muy bueno. El conservadurismo continúa explotando, dominando y engañando a nuestro país.
Lo que lamento enormemente es no haber podido dialogar con él. Se quedó mirándome durante un espectáculo nocturno en la Scala y se fue durante mi tercera canción. Me sentí bastante abrumado, quería impresionarlo.

Para muchos, tu estilo refleja el espíritu de Factory Records. ¿Cómo fueron tus días en el sello?

Metí la pata durante la fiesta de 24 horas. Intenté mandarle una cinta a John Dowie que había estado en el famoso primer sampler de la Factory, un amigo consiguió su dirección y me la dio. También le envié un cassette a Palatine Road. Grababa docenas de pequeñas canciones extrañas en mi habitación, desde finales de 1977 hasta el 78 o 79.
Había renunciado a la Factory pero un día Tony Wilson me envió un telegrama en el cual decía que normalmente no le mandaban buenas grabaciones pero que la mía era una de las mejores que habían recibido. ¡No quiero pensar cómo sonaba la peor!
Las cosas parecían sucederse muy lentamente, y no conocí en persona a Tony y a Alan Erasmus hasta febrero de 1980.
Tuve la suerte de pasar mucho tiempo con Tony y Alan, de conocer a personas como Vini Reilly de Durutti Column, Donald Johnson de ACR, Section 25, talentos visionarios increíbles y todo como parte de una escena increíblemente loca, una escena que apenas entendí en ese entonces. Era el momento justo. A veces un momento pasa en un abrir y cerrar de ojos, seguramente fue así y de repente todo cambió con la muerte de Ian.
Después de eso las cosas nunca pudieron volver a ser las mismas. A raíz de eventos tan trascendentales, me perdí un poco y no fui el mejor para juzgar mis propias habilidades y de cómo sacar lo mejor de mí mismo.
No tenía ningún botón de edición. Realmente no había nadie haciendo el trabajo de cantante y compositor en ese mundo post-punk. Estaba mal preparado para las noches en las cuales caí bajo frente a esas multitudes, estaba mal preparado para las críticas desagradables, mi piel era demasiado delgada. Lo peor de todo era que sabía que mis canciones y actuaciones reales eran exageradas, solo gritaba mis complejos con ásperos acordes eléctricos. Llegó a ser claramente “extraño” incluso para los estándares de la Factory y no obtuve mejores resultados cuando pasé a Cherry Red Records. Caí en el olvido en 18 meses.
Por esa época, Tony Wilson se había cansado de mí, incluso discutimos sobre la Hacienda, pero en realidad eso fue porque yo sabía que si él se involucraba con la idea del club nunca tendría tiempo para mí.
Ahora puedo ver que me estaba codeando con un verdadero genio inconformista, pero en los años posteriores pagué un alto precio por ser un actor secundario en la historia musical. Fue emocionante poder encontrarme nuevamente con Alan y Lindsay Reade en junio durante el evento de 24 horas Tony Wilson Experience. Qué perspectiva tenemos ahora sobre esa brillante era y alrededor nuestro vemos su influencia masiva en la cultura popular.
Pienso en Tony a menudo, con cariño y arrepentimiento. Esos increíbles comienzos de los 80, me pellizco porque estuve ahí pero también me doy cuenta de que no lo hice mejor. Para decirlo de otra manera: ¿mi antiguo yo de 23 años en la Factory? ¡Le patearía el culo!

«Ophelia’s Drinking Song» (1982)

Ophelia’s Drinking Song” es una de tus canciones más icónicas. Primero la grabaste con Factory y el video fue relanzado por Cherry Red. Me gustaría saber de dónde provino tu inspiración para esa canción y si se ajusta más al legado de Factory o Cherry Red.

Como muchas de mis cosas, solo canalizo imágenes. “Inside a million sighs capsize…” (“Dentro de un millón de suspiros, naufrago…”) sonaba bien y es lo que sentí, un gran dolor. Poco sabía lo vasto que era y es.
Admiraba la famosa pintura Ophelia de Sir John Everett Millais y pensé en cuando Marianne Faithfull interpretó el papel en Hamlet. Amo a Marianne, ella es una Rolling Stone más real que algunos de los verdaderos Rolling Stones. Es extraordinaria.
Todo se hizo en la Factory, el single y el video bastante embarazoso en el Mar Negro.

¿Qué fue lo mejor y lo peor de haber grabado con el fallecido líder de The Sound, Adrian Borland?

No puedo pensar en que haya habido algo malo excepto que los primeros temas que hicimos en 1981 fueron rechazados por Tony Wilson, ya que dijo que nunca lanzaría nada en la Factory de una “banda de Londres”.
Cuando grabé con The Sound nuevamente en 1983, estuvimos 18 horas seguidas en Elephant Studios, en Wapping. Adrian tenía una ética de trabajo en el estudio que era insuperable. Era un verdadero motivador y estaba 100% interesado en la música. También me pareció muy divertido estar con él, amaba la vida y la música y creo que eso incluso se nota en “Harmony and Destruction”, el álbum en el que estaba trabajando tan solo tres días antes de morir.
Pude ver la estima que le tienen a Adrian en Holanda, durante los dos espectáculos conmemorativos de los que formé parte, y pasé muchas horas discutiendo su vida y su legado con personas como su difunta madre Win y su padre Bob Borland. Un día un público mucho más vasto lo descubrirá, lo sé.
Toda la banda era superlativa, la gente no menciona a Colvin Mayers en los teclados, que también perdimos en 1993, podía escuchar todo tipo de contrapuntos en una canción, era tan talentoso.
Es triste que ensayáramos en Wimbledon para hacer una noche de Cherry Red en el Brixton Academy que tuvo que ser cancelada debido a la baja venta de tickets, pero al menos pude pararme junto a The Sound en esa pequeña habitación, tocando mis canciones y las suyas. Fue otro de “esos momentos”. Atesoro esos recuerdos.

«Tender Bruises And Scars» (2003)

Muchas veces se suele dejar afuera de tu biografía el proyecto multidisciplinar “Ghosts of Individuals”. ¿De qué se trató?

Mi amigo y luego manager John Hollingsworth hicieron todo lo posible para ponerlo en marcha, él y Patrik Fitzgerald, Ann Clark y yo hicimos algunos espectáculos fascinantes. Me doy cuenta ahora de que estábamos un poco adelantados a la época, con una mezcla de poesía, música y performance art. Hablamos de involucrar a otros, de hacerlo más grande, pero no sucedió del todo. Conseguimos que Martyn Bates de Eyeless en Gaza tuviera un excelente debut como solista en una de nuestras noches en Birmingham pero eso fue todo.
Cuando la carrera de John en A&R progresó hasta las vertiginosas alturas del puesto número 2 en Warner Brothers UK, todos nos separamos. Nunca tuve mucha conexión con Ann, y en cambio Patrik era como una hoja que sopla en el viento bendiciéndolo, una persona realmente hermosa.
Lo veo ahora y noto que teníamos un gran potencial pero más en lo personal que en lo político, por lo cual no nos pusimos de moda como parte del Red Wedge. No teníamos a un “vejestorio” como Billy Bragg en Ghost of Individuals [risas] y esa fue nuestra ruina.

Aunque resulta difícil encasillarte como artista, una descripción que se repite es la de “trovador solitario”. Habiendo dejado Factory y Cherry Red, ¿qué considerás que ganaste como artista con el lanzamiento de tu propio sello Botheration?

Me temo que es Botheration por nombre, Botheration por naturaleza. No tengo ni idea de cómo dirigir un sello discográfico, como lo hacía Tony con Factory. Es algo para colgar mi sombrero artístico. Es muy diferente a los 80, con internet o lo que sea. Podés imaginar cualquier cosa, incluso un “sello discográfico”.

Con Damo Suzuki (CAN)

Atravesaste unos años de depresión y alejamiento de la música conocido como tu «black hole period» y ahora estás en el momento más productivo de tu vida. ¿Cómo hiciste para dejar atrás esos tiempos oscuros y convertirte en un cantautor prolífico?

Nunca los dejé atrás. Me adapté, tengo estrategias para afrontarlos. La vida también sigue avanzando. O pruebo algo, y lo estoy probando ahora, o después será demasiado tarde. Como dije anteriormente, canalizo cosas en mi mente y escucho esas cosas en acordes y riffs de guitarra. Ahora puedo hacer una mejor edición, lo canalizo mejor.
Puedo notar que es lo que hay que decir mejor. Moralmente. Espiritualmente. Políticamente.
Las canciones son mejores que yo. No puedo estar a la altura de la sabiduría que hay en ellas. Desearía ser Neil Young pero, por desgracia, soy yo. Algo hay que hacer. Me encantan bandas como Low y Warpaint pero no quiero copiarlas. Escucho cosas de cuando era un niño como Floyd, Zeppelin, Hendrix, Lou y Dylan, aunque él también es actual como Neil. Sigue sucediendo. Todavía quiero llegar a la gente, quiero seguir sucediendo también, y no ser solamente una reliquia histórica de Factory.

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