Charlie Hauptvogel: “No me quisiera morir sin superar lo que sucedió en Avándaro”

“Algunas cosas simplemente se quedan en tu mente” cantaba Mick Jagger a mediados de los 60. Para Carlos Hauptvogel, baterista y líder de Three Souls In My Mind, hay un recuerdo que resalta más que otros, la presentación de su banda en el Festival Rock y Ruedas de Avándaro (1971). Conocido como el Woodstock mexicano, no es posible hablar de rock en América Latina sin mencionar ese momento de fulgor juvenil irrepetible que despojó a gran parte de ese género musical de cierto candor para situarlo en las trincheras frente a una sociedad hipócrita que veía con malos ojos a las nuevas expresiones populares. Nada volvió a ser lo mismo después de Avándaro, ni para “Charlie” (como lo llaman sus seguidores) ni para el rock mexicano en general y cualquier historia que remita al festival adquiere un carácter cuasi místico. Formada tan solo tres años antes, Three Souls In My Mind comenzó como una banda de rock and roll y blues compuesta por tres amigos adolescentes: Álex Lora en voz y guitarra (luego en bajo), “Charlie” Hauptvogel en batería (más tarde también en voz y armónica), y Carlos Alcérreca en bajo. Con los años, se sucedieron diferentes bajistas, sumaron a un guitarrista principal e incorporaron otros instrumentos como piano, saxofón y trompeta. Su propuesta estética también se vio modificada, desde sus primeros álbumes homónimos en inglés hasta los discos editados durante la segunda mitad de los 70 con nombres como Chavo de Onda y La Devaluación. Algunas de las canciones más conocidas de esta etapa funcionaron como críticas ácidas hacía un gobierno opresor y pusieron en jaque a las buenas costumbres de los sectores dominantes, mientras que otras se enfocaron en el estilo de vida, los gustos y costumbres de las clases populares, con los que sellaron una especie de pacto.
En una sociedad convulsionada por el “Halconazo”, la matanza de 49 estudiantes perpetuada por un grupo paramilitar, la escalada persecutoria y represiva del gobierno de Echeverría Alvarez apuntó directamente contra el rock and roll. Paradójicamente, el apogeo de Three Souls In My Mind se produjo con su pase a la clandestinidad, y su espíritu indómito se afianzó dentro de un circuito alternativo de conciertos, compuesto por antiguas bodegas y estacionamientos en desuso ubicados en las periferias urbanas, espacios que el escritor Parménides García Saldaña bautizó con el nombre de “hoyos fonkys”. Como suele decirse, el resto ya es historia.
A mediados de los 80 tras la partida de Lora, Hauptvogel asumió el liderazgo total como cantante, compositor y letrista sin dejar de tocar la batería y convocó a otros músicos para completar la formación que con varios cambios continúa hasta hoy. En los últimos años dedicó su tiempo a otros proyectos musicales como Cambio Climático, Mexico City Blues Band, Cold Shot y Delta Sur y compuso diversas bandas de sonido. Además, durante los siete años que vivió en Playa del Carmen continuó tocando bajo el nombre de Charlie Hauptvogel Blues Band, y colaboró con una gran cantidad de músicos con los que se presentó en vivo para un público compuesto mayormente por turistas.
Uno de los momentos que mejor definen el impacto generado por Three Souls hacia su público quedó registrado en el excelente documental del director contracultural Sergio García Michel titulado Una larga experiencia (1982). En él, mientras la banda se encuentra dando una entrevista radial, un oyente llama indignado porque el solo hecho de escucharlos a través de un medio público producía una gran desilusión en sus seguidores y les solicita que abandonen el estudio. Cuarenta años más tarde, consagrados como uno de los grupos insignia del rock mexicano, su música continúa sin ser ampliamente difundida por los medios. Peor aún, resulta imposible pensar en un Avándaro siglo XXI que no sea una versión “pasteurizada” del viejo festival. Sin embargo, mientras Charlie Hauptvogel mantenga vivo el espíritu de su antigua banda todavía queda una esperanza, no de repetir la historia como farsa sino de pensarla como una fantástica utopía.

En líneas generales, ¿cómo era el rock mexicano durante los primeros años de Three Souls In My Mind y qué bandas los influenciaron?

Existían grupos anteriores que se hicieron muy famosos tocando covers de los éxitos americanos. Cuando nosotros empezamos ya teníamos la influencia más inglesa de Cream, Animals, Rolling Stones, Kinks, Who. Del lado americano escuchábamos soul, James Brown, Everly Brothers y también los grupos del momento como Steppenwolf, MC5, Blue Cheer. Nos empapamos de toda esa música y obtuvimos un sonido propio. Después descubrimos el blues y yo me enamoré de ese género hasta la fecha. En la batería, uno de mis maestros fue Ginger Baker porque era diferente a los demás, al igual que Keith Moon de los Who.

¿Cómo estaba conformado su público en esos primeros conciertos?

Era más bien de clase media alta porque cuando nosotros empezamos, incluso antes de ser Three Souls in My Mind, tocábamos covers con otros nombres y lo hacíamos para las fiestas de gente muy rica. Se organizaban en casas grandes con alberca y frontones, en Pedregal de San Ángel, Tecamachalco, San Ángel y La Campestre Churubusco. Teníamos poco público pero nos pagaban bien.

Let Me Swim (1970)

¿Qué otros nombres utilizaron antes de decidirse por Three Souls In My Mind?

Nos pusimos los Tomb Kickers (“Los Pateadores de Tumbas”), Music Bottle Company (“Compañía Embotelladora de Música”) y luego Middle Age porque teníamos la edad media. Infinidad de nombres. Un día llegamos a un evento y nos dijeron: “¿Cómo se llaman ustedes?”. Respondimos: “La banda sin nombre… No Name Band”. Ya era parte de la diversión, no teníamos un nombre definido hasta que elegimos Three Souls In My Mind. Éramos tres fundadores y entonces pensamos en Soul porque el alma es algo que no muere, y estábamos influenciados un poco por la música soul en ese momento. Entonces éramos tres almas en la mente de la audiencia.

¿Por qué pasaron de componer letras en inglés a hacerlo en su lengua materna?

Los dos primeros discos son en inglés. El segundo salió después de Avándaro y es de los que todavía tienen portada doble. Nuestras canciones eran en inglés por las influencias que teníamos y porque la compañía pensaba que cantando en inglés nos podía internacionalizar. Queríamos grabar en español y desde la compañía nos decían: “Graben en inglés porque el nombre de ustedes es en ese idioma y traen una onda muy gringa”. Le decíamos: “Pero nosotros somos mexicanos”. Cuando salió el tercer disco fueron tantas las ventas que tuvieron que sacar producciones porque se vendía como pan caliente. Fue cuando la compañía nos dio la razón y dijo “muchachos, sigan grabando en español”. Entonces empezamos a hacer lo que queríamos y sacamos el cuarto disco Chavo de Onda, con una imagen de portada en Santa Martha Acatitla que es un penal aunque no está grabado ahí. En el quinto disco llamado Es lo Mejor hacemos dedicaciones a algunos artistas [lee] “un tributo a Muddy Waters, Canned Heat, Willie Dixon, Janis Joplin, Chuck Berry, Jim Morrison, James Cotton, Freddie King, Elvis Presley, Albert King, BB King, Taj Majal, Bob Dylan, Jimmy Reed, Bo Diddley, Little Walter, Jimi Hendrix, Hound Dog Taylor, Brian Jones, Little Richard ”. Una infinidad de músicos que nos han influenciado.

«Abuso de autoridad» (1976)

A partir de todas esas influencias ustedes crearon un estilo único que también dejó huella en artistas de otros países. Por ejemplo, “Let Me Swim” se adelantó al punk por varios años.

Sí, en el 72 llegamos a El Salvador y la sorpresa fue que el hit número uno de la radio era “Let Me Swim” y nosotros no lo sabíamos. Además hubo mucha influencia de esos discos de Three Souls en músicos de Los Ángeles porque allí empezó un movimiento que se lo denominó “rock chicano”.

¿Cuáles fueron los mayores cambios en Three Souls a partir de su presentación en el Festival de Avándaro?

Los cambios fueron al 100% porque el grupo tenía poco tiempo del 68 al 71 y nosotros cerramos el festival. Hubo un sorteo y terminamos siendo el último grupo. Yo pensé que ni siquiera íbamos a tocar porque se fue la luz, la gobernación cortó la transmisión de radio y estaba allí el ejército y la policía. Todos teníamos miedo por lo que había sucedido en el 68 y en el 70 aquí en México políticamente hablando y yo dije: “¿No será que nos juntaron aquí y esto va a ser un matadero?”. Estaba amaneciendo cuando tocamos nosotros, y fue una experiencia inolvidable, increíble y ahí empezó Three Souls a ser popular. Nadie sabe si fueron 350.000, 400.000 personas a Avándaro. Yo nada más veía un mar de gente, era justamente como el mar, hasta donde tu vista daba todavía había gente. Hasta la fecha ha sido el festival más importante en México. No me quisiera morir sin superar lo que sucedió en Avándaro. En todos los sentidos.
Después del festival hubo mucha represión hacia el rock and roll porque reunía a los jóvenes, y temían que estos se juntaran luego de lo sucedido en Tlatelolco, en la Plaza de las Tres Culturas y de los enfrentamientos que hubo entre el ejército y los estudiantes.

Revista «Casos de Alarma» (24 de noviembre de 1971)

¿De que manera su presentación en los hoyos fonkys consolidó ese cambio de rumbo como banda?

Con el cierre de los lugares que había para tocar rock, surgió un movimiento en el 72 que se llamó Rock y Ruedas que lo organizó el representante de un grupo que se llamaba La Tinta Blanca. Entonces, nosotros nos unimos y andábamos en un trailer con el equipo y tocando por toda la Ciudad de México. Lo hacíamos para que el rock no fuera censurado porque habían cerrado todos los cafés cantantes. El gobierno tembló después de Avándaro. Tenían mucho miedo, entonces el rock fue reprimido muy brutalmente, y ahí surgieron los hoyos fonkys que eran lugares como bodegas abandonadas. El primer hoyo fonky fue El Oro Negro que era una bodega de carbón. Sacaron los costales de carbón pero aquello seguía todo negro. Empezaron a aparecer hoyos fonkys por toda la Ciudad de México y alrededores y nos íbamos a tocarle al pueblo, a la banda gruesa que nos apoyó. Ellos nos hicieron a nosotros. Fue después de Avándaro que grabamos el tercer disco en español para que se entendiera que estábamos diciendo, y estuvo dirigido al pueblo directamente.
La situación política y social del país no ha cambiado mucho. El rock es para cierto grupo de gente y cada vez es más para las orillas de la ciudad.

La portada de Bellas de Noche produjo un quiebre estético con respecto a sus discos anteriores. ¿Cuál es la historia detrás de esa provocadora imagen para el rock mexicano de los 70?

En primer lugar, estábamos guapísimas, ¿no ? [risas] y teníamos que sacar provecho de esa lindura de mujeres. Es una sátira porque estaban los New York Dolls, los Stones también se empezaron a maquillar, sumado a la influencia de David Bowie y todo eso. Había una película que salió aquí que se llamó Bellas de Noche que trataba sobre las cabareteras, y el tema principal del disco precisamente habla sobre las chavas que viven de noche. Se nos ocurrió esa portada cómica. Nos vestimos como pirujas y nos fuimos a tomar fotos en Insurgentes. Los coches paraban y cuando se acercaban salían espantados. Nos divertimos mucho.

«Bellas de Noche» (1979) y «Las aventuras del Three Souls in my Mind» (1979) (Fuente: Theesouls.blogspot.com)

A fines de los 70, tu banda fue pionera en trasladar su estética a los cómics. ¿Cómo surgió esa decisión y qué aportó al legado del grupo?

Una persona se nos presentó y dijo: “Escribo textos, tengo un dibujante y queremos hacer unas historietas de ustedes”. El grupo se había vuelto parte del pueblo y querían saber como era Three Souls fuera del escenario. Así como estoy platicando contigo lo hacíamos con este cuate que se llamaba Sam, y él todo lo apuntaba, inventaba las historias y otro hacía las historietas. Fue un éxito tremendo. Se vendía directamente en los puestos de periódicos cada 15 días y llegamos hasta el número 24 o algo así. Lo que pasó fue que dijimos: “Está ganando dinero el dueño de la editorial y nosotros somos los dueños del nombre, creo que tenemos derecho a algo”. Ellos no quisieron pactar y ya no salió más la revista. Pero fue algo increíble, y esos comics son coleccionables. Yo me reía mucho de como escribía Samy, a veces un poco exagerado pero muy apegado a lo que nosotros le platicábamos de nuestras aventuras, nuestras giras. A la banda le encantaba.

En la década del 80 los Three Souls entran al cine. Primero con el documental Una larga experiencia (1982), dirigido por Sergio García Michel, y luego la ficción Intrépidos Punks (1988) de Francisco Guerrero.

La primera película fue un cortometraje que salió en formato beta y que se vendía también en los festivales y en el Museo del Chopo. Son pequeñas partes de conciertos y de presentaciones de Three Souls y fue muy bien recibido por la gente.
Siempre tuve la inquietud de la actuación y se me presentó la oportunidad de entrar a una película llamada Intrépidos Punks pero lo hice como figurante. No tenía un personaje, ni siquiera diálogos pero cuando se enteran que yo era Charlie de Three Souls In My Mind, el productor me dijo que podía musicalizar la película. Para mí fue algo muy importante porque fue mi entrada al cine, hice treinta y cuatro películas después. Musicalicé como nueve más, fue otro aprendizaje. Escribí el tema “Intrépidos Punks”. Lo que el productor me pidió fue que se repitiera mucho el título de la película y que hiciéramos la música un poco punk. Bueno, fue otra etapa de Three Souls y otra oportunidad para mí.

«Three Souls in my Mind: Una Larga Experiencia» (Sergio García Michel, 1982)

Luego del alejamiento de Lora para formar El Tri en septiembre del 1984, te encargaste de escribir casi todo el material. ¿De qué trataron esas primeras letras que escribiste cuando asumiste el control total de la banda?

El último disco que grabé se llama 11 al 2000, hace 31 años. Hay una canción que escribí que se llama “El Muro” y habla de que hay que derribar el muro de la ignorancia, de la intolerancia, de la hipocresía.
En discos anteriores tengo temas que hablan de lo que está sucediendo actualmente y desde hace muchos años pero que en aquel entonces la gente no ponía mucha atención. Me refiero al calentamiento global, la capa de ozono. Tengo una canción que la voy a volver a grabar pero con otro ritmo que se llama “Destino” y hablo de que estamos matando a nuestra madre tierra, y que “enfermedades, hambre y tristeza y dolor, es solo el principio, ahí viene lo peor”. Ahora voy a grabar varios temas de esos que no fueron muy bien promocionados pero con nuevos arreglos, más actualizados, más rítmicos pero con las mismas letras.

¿Cuáles son los planes de la formación actual de Threes Souls In My Mind?

Actualmente el grupo está constituido por dos guitarristas excelentes: Oscar “El Manotas” González y Alex Torke. Tengo un nuevo bajista, Carlos Rodríguez, y yo en la batería y voz. Nos seguimos presentando en provincia y aquí en la capital. Seguimos produciendo y yo tengo muchas canciones escritas que quisiera grabar pero han desaparecido ya las compañías de discos, entonces ahora tienes que hacer tus propias producciones.
Los planes son, para el año que entra, sacar un par de CDs con algunos temas que grabé después de la separación de los dos fundadores, y temas nuevos que tengo guardados por ahí en el baúl de las sorpresas.

Charlie Hauptvogel le enseña el segundo disco de TSIMM a The Rebel Taste

Por último, si tuvieras la oportunidad de reunir a la formación original de Three Souls In My Mind, ¿lo aceptarías?

No ha habido oportunidad porque pensamos diferente, somos muy distintos y la otra contraparte no me toma en cuenta, ni siquiera en la historia que para ellos es nada más su historia. Si se juntara la alineación de Avándaro podría ser porque los cuatro estamos vivos. De mi parte no habría ningún problema. Con respecto a lo económico, que se divida el pastel en partes iguales. Ha habido gente que nos ha sugerido ese reencuentro. No tengo ningún problema de tocar con otras personas y menos con alguien con el que toqué durante veintitantos años. Pero hay terceras personas que intervienen y son las responsables de que esto no se lleve a cabo. Tal vez algún día se pueda llegar a lograr, sería algo bueno. Algo así como sanar heridas, dejar atrás las malas experiencias y volver a tocar juntos aunque sea por una vez… y después cada quien a su trinchera.

«Intrépidos Punks» (1987)

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